Eduardo Lastra es uno de los talentos Barranquilleros en el exilio con una rica cultura universal, su trabajo le impide estar en una solo sitio por corto tiempo , hoy esta en Miami , mañana en Rió de Janeiro, de pronto la otra semana en Amsterdam (Holanda) ; esto no le ha impedido conservar su hermosa familia ni conservar sus raíces costeñas ni mucho menos sacar tiempo para cultivar su faceta de músico y poeta, yo me honro con su amistad a la vez que disfruto de sus ocurrencias plasmado en sus cuentos y versos que muy a menudo me envía, el ultimo fue la "Rasquiñita" una historia cuyo escenario sucede en esa Barranquilla Macondiana de ayer y que envuelve a una escurridiza y perniciosa perra, Una Abuela no tan desalmada como la abuela de la Cándida Eréndira que la obliga a prostituirse para que le pague la casa que le había quemado, sino mas bien "resignada e inocente" y dos "despistaos Jovensuelos " incapaces de liberarse de tan "Rasguñoso Encargo" y que iban en el mismo camino del Coronel Aureliano Buendia quien había promovido 32 levantamientos armados y todos los había perdido.
Aunque el tuvo el cuidado de advertirme que era solo para Barranquilleros yo de alguna manera violando su advertencia me atrevo a publicarlo porque conceptuó que después de "Cien anos de soledad'" el lenguaje y costumbres de esa tierra mágica llamado Macondo se volvieron universal. "Es que en la costa todo es exageradamente grande o exageradamente pequeño", lo podemos ver en la narrativa de "Gabo" cuando dice que José Arcadio Buendia era dueño de una fuerza descomunal y que cuando se volvía loco se necesitaban 10 hombres para tumbarlo, 14 para amarrarlo y 20 para arrastrarlo, también es exageradamente pequeño cuando en su cuento de "La Cándida Eréndira y su abuela desalmada él describe sus juveniles encantos. Me acuerdo del "No Joda" un inmenso bus de pasajeros que transportaba los bañistas desde el corazón de la plaza de San Nicolás a las Playas de Puerto Colombia, era tan grande que al verlo pasar la gente decía !No jodaaaaaaa!; con razón Garcia Marquez decía que en Macondo la realidad se vuelve ficción y la ficción realidad.
La "rasquiñita" es un urticante escozor en la piel que entre mas te lo frotas mas molestoso se vuelve y que también puede ser un problema que se tiene con alguna persona y que no se ha resuelto, este es mas molestoso porque involucra el corazón y el perdón; en mis tiempos infantiles las rasquiñita con algún "pelao de la cuadra" terminaban en una pelea callejera ante una algarabía que hacían circulo en torno a los contrincantes rasquiñosos y, hasta ahí llegaba ; como decía mi abuela santo remedio!.
Sin Mas preámbulo doy paso a el cuento del Tocayo.
LA PERRITA DE LAS NIEVES
Uno de esos tantos días de vacaciones escolares, nuestra muy querida Abuela Josefa encargo a dos de sus “buenos Nietos” la noble tarea de desaparecer a una “Perrita Rasquiñosa”.Vivíamos en el barrio Las Nieves (de Nieves no le vi nada pero así lo nombraron); los Nietos en cuestión llamados Juancho y este servidor (de tragos) Eduardo, nos pusimos a elaborar el Maquiavélico plan de una buena y noble tarea de desaparecer a una rasquiña andante. Después de elaborado el Plan pusimos manos a la obra (manos a la perra). El sitio escogido era una zona boscosa (llena de monte) que quedaba a unas seis cuadras de la casa de mi abuela y a medio kilómetro antes del Rió de la Magdalena.
Vi una oportunidad para cazar cualquier cosa que se nos atravesara en el camino y metí al bolsillo del pantalón una honda, no una motocicleta como las que conocemos si no una cauchera tira piedra) experta en“Matarlobos” (lagartijos). Metimos a la víctima en una bolsa de papel (las de Plástico las estaban inventando) y empezamos a caminar con dirección al Rió (no se asuste son cosas pasadas), cruzamos una de las autopistas de aquellos días “LA CALLE 17 “que unía a Barranquilla con los pueblos aledaños al Rió de la Magdalena; entramos al monte que separaba esta calle del Rió con nuestra misión embolsada (la perra), cruzamos izquierda y derecha varias veces para despistar a la rasquiñosa perra y dimos por terminada nuestra misión regresando campantes y sonantes por la labor cumplida.
Dos veces hicimos esta operación que ya se estaba pareciendo a: “Misión Imposible”
Y dos veces regreso la perra, La tercera vez nos dijimos: cambiaremos de táctica y más nunca la veremos.
Tercer viaje: nos acercamos mas al Rió amarramos la boca de la bolsa, rodamos la bolsa por el pasto seco tal como si fuera una rueda, y así confundiríamos al enemigo (la perra); y a correr se dijo.
De regreso tuve tiempo de matar a una serpiente con mi arma de caucho y ningún otro bicho raro se nos apareció. Llegamos a casa con la seguridad absoluta de más nunca ver a la famosa perrita. (Tenia cierto parecido a la Perra de Zorrilla).
.-Bueno abuela si usted ve por aquí a la perra, será el espíritu de ella dijimos….Creo que no termine la Frase cuando una rasquiña con cuatro patas cruzó la sala como un bólido cruzo el comedor y luego se escondió en el patio .Mi abuela exclamo desde la sala donde se encontraba sentada en un taburete: ¡Por ahí va el espíritu de la perra!.
Eduardo Lastra.
Uno de esos tantos días de vacaciones escolares, nuestra muy querida Abuela Josefa encargo a dos de sus “buenos Nietos” la noble tarea de desaparecer a una “Perrita Rasquiñosa”.Vivíamos en el barrio Las Nieves (de Nieves no le vi nada pero así lo nombraron); los Nietos en cuestión llamados Juancho y este servidor (de tragos) Eduardo, nos pusimos a elaborar el Maquiavélico plan de una buena y noble tarea de desaparecer a una rasquiña andante. Después de elaborado el Plan pusimos manos a la obra (manos a la perra). El sitio escogido era una zona boscosa (llena de monte) que quedaba a unas seis cuadras de la casa de mi abuela y a medio kilómetro antes del Rió de la Magdalena.
Vi una oportunidad para cazar cualquier cosa que se nos atravesara en el camino y metí al bolsillo del pantalón una honda, no una motocicleta como las que conocemos si no una cauchera tira piedra) experta en“Matarlobos” (lagartijos). Metimos a la víctima en una bolsa de papel (las de Plástico las estaban inventando) y empezamos a caminar con dirección al Rió (no se asuste son cosas pasadas), cruzamos una de las autopistas de aquellos días “LA CALLE 17 “que unía a Barranquilla con los pueblos aledaños al Rió de la Magdalena; entramos al monte que separaba esta calle del Rió con nuestra misión embolsada (la perra), cruzamos izquierda y derecha varias veces para despistar a la rasquiñosa perra y dimos por terminada nuestra misión regresando campantes y sonantes por la labor cumplida.
Dos veces hicimos esta operación que ya se estaba pareciendo a: “Misión Imposible”
Y dos veces regreso la perra, La tercera vez nos dijimos: cambiaremos de táctica y más nunca la veremos.
Tercer viaje: nos acercamos mas al Rió amarramos la boca de la bolsa, rodamos la bolsa por el pasto seco tal como si fuera una rueda, y así confundiríamos al enemigo (la perra); y a correr se dijo.
De regreso tuve tiempo de matar a una serpiente con mi arma de caucho y ningún otro bicho raro se nos apareció. Llegamos a casa con la seguridad absoluta de más nunca ver a la famosa perrita. (Tenia cierto parecido a la Perra de Zorrilla).
.-Bueno abuela si usted ve por aquí a la perra, será el espíritu de ella dijimos….Creo que no termine la Frase cuando una rasquiña con cuatro patas cruzó la sala como un bólido cruzo el comedor y luego se escondió en el patio .Mi abuela exclamo desde la sala donde se encontraba sentada en un taburete: ¡Por ahí va el espíritu de la perra!.
Eduardo Lastra.