martes, 9 de diciembre de 2008

"La Rasquiñita" un cuento de una Abuela Macondiana






Eduardo Lastra es uno de los talentos Barranquilleros en el exilio con una rica cultura universal, su trabajo le impide estar en una solo sitio por corto tiempo , hoy esta en Miami , mañana en Rió de Janeiro, de pronto la otra semana en Amsterdam (Holanda) ; esto no le ha impedido conservar su hermosa familia ni conservar sus raíces costeñas ni mucho menos sacar tiempo para cultivar su faceta de músico y poeta, yo me honro con su amistad a la vez que disfruto de sus ocurrencias plasmado en sus cuentos y versos que muy a menudo me envía, el ultimo fue la "Rasquiñita" una historia cuyo escenario sucede en esa Barranquilla Macondiana de ayer y que envuelve a una escurridiza y perniciosa perra, Una Abuela no tan desalmada como la abuela de la Cándida Eréndira que la obliga a prostituirse para que le pague la casa que le había quemado, sino mas bien "resignada e inocente" y dos "despistaos Jovensuelos " incapaces de liberarse de tan "Rasguñoso Encargo" y que iban en el mismo camino del Coronel Aureliano Buendia quien había promovido 32 levantamientos armados y todos los había perdido.

Aunque el tuvo el cuidado de advertirme que era solo para Barranquilleros yo de alguna manera violando su advertencia me atrevo a publicarlo porque conceptuó que después de "Cien anos de soledad'" el lenguaje y costumbres de esa tierra mágica llamado Macondo se volvieron universal. "Es que en la costa todo es exageradamente grande o exageradamente pequeño", lo podemos ver en la narrativa de "Gabo" cuando dice que José Arcadio Buendia era dueño de una fuerza descomunal y que cuando se volvía loco se necesitaban 10 hombres para tumbarlo, 14 para amarrarlo y 20 para arrastrarlo, también es exageradamente pequeño cuando en su cuento de "La Cándida Eréndira y su abuela desalmada él describe sus juveniles encantos. Me acuerdo del "No Joda" un inmenso bus de pasajeros que transportaba los bañistas desde el corazón de la plaza de San Nicolás a las Playas de Puerto Colombia, era tan grande que al verlo pasar la gente decía !No jodaaaaaaa!; con razón Garcia Marquez decía que en Macondo la realidad se vuelve ficción y la ficción realidad.

La "rasquiñita" es un urticante escozor en la piel que entre mas te lo frotas mas molestoso se vuelve y que también puede ser un problema que se tiene con alguna persona y que no se ha resuelto, este es mas molestoso porque involucra el corazón y el perdón; en mis tiempos infantiles las rasquiñita con algún "pelao de la cuadra" terminaban en una pelea callejera ante una algarabía que hacían circulo en torno a los contrincantes rasquiñosos y, hasta ahí llegaba ; como decía mi abuela santo remedio!.


Sin Mas preámbulo doy paso a el cuento del Tocayo.


LA PERRITA DE LAS NIEVES

Uno de esos tantos días de vacaciones escolares, nuestra muy querida Abuela Josefa encargo a dos de sus “buenos Nietos” la noble tarea de desaparecer a una “Perrita Rasquiñosa”.Vivíamos en el barrio Las Nieves (de Nieves no le vi nada pero así lo nombraron); los Nietos en cuestión llamados Juancho y este servidor (de tragos) Eduardo, nos pusimos a elaborar el Maquiavélico plan de una buena y noble tarea de desaparecer a una rasquiña andante. Después de elaborado el Plan pusimos manos a la obra (manos a la perra). El sitio escogido era una zona boscosa (llena de monte) que quedaba a unas seis cuadras de la casa de mi abuela y a medio kilómetro antes del Rió de la Magdalena.
Vi una oportunidad para cazar cualquier cosa que se nos atravesara en el camino y metí al bolsillo del pantalón una honda, no una motocicleta como las que conocemos si no una cauchera tira piedra) experta en“Matarlobos” (lagartijos). Metimos a la víctima en una bolsa de papel (las de Plástico las estaban inventando) y empezamos a caminar con dirección al Rió (no se asuste son cosas pasadas), cruzamos una de las autopistas de aquellos días “LA CALLE 17 “que unía a Barranquilla con los pueblos aledaños al Rió de la Magdalena; entramos al monte que separaba esta calle del Rió con nuestra misión embolsada (la perra), cruzamos izquierda y derecha varias veces para despistar a la rasquiñosa perra y dimos por terminada nuestra misión regresando campantes y sonantes por la labor cumplida.

Dos veces hicimos esta operación que ya se estaba pareciendo a: “Misión Imposible”
Y dos veces regreso la perra, La tercera vez nos dijimos: cambiaremos de táctica y más nunca la veremos.
Tercer viaje: nos acercamos mas al Rió amarramos la boca de la bolsa, rodamos la bolsa por el pasto seco tal como si fuera una rueda, y así confundiríamos al enemigo (la perra); y a correr se dijo.
De regreso tuve tiempo de matar a una serpiente con mi arma de caucho y ningún otro bicho raro se nos apareció. Llegamos a casa con la seguridad absoluta de más nunca ver a la famosa perrita. (Tenia cierto parecido a la Perra de Zorrilla).

.-Bueno abuela si usted ve por aquí a la perra, será el espíritu de ella dijimos….Creo que no termine la Frase cuando una rasquiña con cuatro patas cruzó la sala como un bólido cruzo el comedor y luego se escondió en el patio .Mi abuela exclamo desde la sala donde se encontraba sentada en un taburete: ¡Por ahí va el espíritu de la perra!.


Eduardo Lastra.